jueves, 19 de enero de 2012

Breve historia desconocida: La América rusa

Entre los siglos XVII y XVIII Rusia vive una etapa de total expansión y crecimiento no solo territorialmente, sino también socialmente, al terminar con su feudalismo. El comercio crece espectacularmente tras la adquisición de puertos abiertos todo el año en los mares Báltico y Negro.

En consecuencia, Rusia se moderniza, tomando como ejemplo a los países europeos. Durante los siglos XVII y XVIII la población rusa se duplicó, no sólo por la anexión de territorios pertenecientes a Suecia, Polonia, Lituania y Turquía (Gran Guerra del Norte), sino también por ese desarrollo o occidentalización, llevada a cabo por el zar Pedro I el Grande, y por la introducción, años después, de los ideales ilustrados, que supuso otra evolución en el ámbito intelectual. Las bases de este movimiento serían establecidas por Catalina II la Grande durante su reinado. Pese a esta importante evolución, las clases bajas sufrieron mucho, ya que aún se conservaba para la nobleza el derecho a tener siervos, aplicar castigos corporales y a no pagar impuestos. El desarrollo no era completo, los campesinos seguían viviendo en condiciones de miseria e injusticia. Así pues, la colonización de América quedaría en segundo plano desde el principio y hasta el final


En una expedición de caza de morsas en 1648, Semyon Dezhnyov, un comerciante peletero ruso, llegó a la desembocadura del río Anadyr. Este río, según las leyendas, era afluente de otro gran río, el Pogicha, donde había multitud de animales con pieles extraordinarias. Lo que había allí no era tan maravilloso como contaban las historias, pero igualmente agradó a Dezhnyov. Volvió a subir por el río Anadyr y fundó el fuerte Anadyrskiy. Más tarde volvería a Moscú. Fueron tan increíbles las cantidades de animales y plantas de las que Dezhnyov hablaba que se organizó una expedición (independiente del gobierno ruso) que capitanearía Fiódor Alekseyev, acompañado por el mismo Dezhnyov en 1654.

No hubieron más expediciones hasta que los rumores del nuevo territorio llegaron a los oídos del gobierno ruso, en 1725, fue entonces cuando el zar Pedro I el Grande mandó una nueva expedición hacia América, capitaneada por Vitus Bering. El zar murió y, aunque la expedición se completó, no hubieron más exploraciones hasta 1732. En el viaje de Bering se descubrió el estrecho (1728), al que se le puso el nombre del capitán, pero no llegaron a América.

Fue en la siguiente misión, el 5 de abril de 1732, cuando Iván Fiódorov, Mijaíl Gvozdez y Moshkov, a bordo del barco San Gabriel, llegaron a Alaska y cartografiaron el territorio. Tras esto, en 1733 el gobierno ruso encomienda a Bering un nuevo viaje (Gran Expedición del Norte o Segunda Exploración de Kamchatka), pero no es posible realizarlo hasta 1741. El 8 de junio de ese mismo año, parten dos barcos desde el puerto de Petropavlovsk-Kamchatski, el San Pedro, al mando de Bering, y el San Pablo, bajo las manos de Alekséi Chirikov. Durante el viaje, una tormenta hizo que los dos barcos se separasen y continuase cada uno por un camino distinto. Bering llegó a las Islas Kayak el 14 de junio, y avistó el Monte San Elías el día 16. Chirikov, por su parte, fue hacia el este, descubrió el archipiélago Alexander, y desembarcó el día 15 de julio en el cabo Príncipe de Gales. Chirikov retornó a Rusia el 8 de octubre, pero Bering no volvió. El explorador había naufragado en las Islas Commander. En este archipiélago, concretamente en la llamada Isla de Bering, el capitán y su tripulación tuvieron que pasar el invierno. Aunque murió la mayor parte de la tripulación, incluido el propio Bering, los supervivientes lograron construir una pequeña barca y llegar a Petropavlovsk al año siguiente, pero vestidos con pieles de nutria, lo que suscitó mucha curiosidad. Aunque no se enviaron nuevas expediciones, los rusos empezaron a comerciar con los aleutianos en 1743.  

Fue en 1762, durante el reinado de la zarina Catalina II la Grande, cuando se les prestó más atención a los aleutianos. Rusia competía entonces con Gran Bretaña, que ofrecía mejores bienes a los pobladores de las Aleutianas y a precios más baratos que los rusos. Pero no fue hasta el 1784 cuando se decidió poner rumbo hacia Alaska para controlar el comercio, sabiendo que Gran Bretaña ya no lo podía impedir, pues EEUU se había independizado.

Grigori Ivánovich Shelikov y su socio Golikov serían los responsables de la campaña, al mando de dos barcos, el Tres Santos y el San Simón. Llegaron a la Isla de Kodiak, desembarcando en la Bahía de los Tres Santos. Como los nativos no cedían, Shelikov emprendió una campaña de terror, con rehenes y exterminios. Bahía de los Tres Santos, esa sería la primera colonia rusa en América.  

Shelikov era un prominente mercante de pieles, pero aún así necesitaba un hábil comerciante que dirigiese las operaciones cuando él se jubilase. En 1790 Shelikov volvió a Rusia para retirarse y cederle el testigo a Aleksandr Andreyevich Baranov, quien llegó a Kodiak en 1791. A Baranov no le gustó el emplazamiento de la colonia, por lo que la trasladó al norte, a Sankt Pável (o Pavlosk), ya que allí había más bosques de donde extraer la madera, y más mano de obra, pues los aleutianos demostraron ser de gran utilidad. Pero la mayoría de los recursos que se utilizaban en la colonia eran importados, y Rusia contaba con pocos buques de mercancías, por lo que había que expandirse.

Fue entonces, en 1799 cuando Natalia y Grigory Ivánovich Shelikhov y Nikolái Rezánov fundaron La Compañía Ruso-americana (Compañía Ruso-americana bajo la protección de su Majestad Imperial), compañía privilegiada de comercio patrocinada por el Imperio ruso, por un periodo de 20 años, renovable, y el úcase de acompañamiento (edicto) concedió el monopolio sobre el comercio en todas las posesiones rusas en América, que incluía las islas Aleutianas, Alaska y el territorio hasta los 55° de latitud norte. Según la Carta, un tercio de todos los beneficios serían para el emperador. Un úcase más (edicto o proclamación) del zar en 1821, afirmó su dominio hasta los 43° de latitud norte, pero esto fue rápidamente cuestionado por los británicos y los Estados Unidos y se revisó hasta los 51°N, y, en última instancia, dio lugar al tratado ruso-americano de 1824 y al tratado ruso-británico de 1825 que establecieron los 54°40'N como el ostensible límite sur de los intereses de Rusia. En 1838 se firmó un contrato de arrendamiento posterior de la costa continental de lo que ahora es el Panhandle de Alaska a la Compañía de la Bahía de Hudson, debido a las violaciones en 1833 de los tratados por parte del director en ese momento de la empresa, el barón Wrangel. Al mando de Nikolái Petróvich Rezánov se puso en marcha la campaña militar. En ese mismo año se creó un nuevo asentamiento, pero fue destruido por los tlingit (nativos) poco después. Se establecieron otras tantas colonias, aunque carecieron de importancia.

Una de ellas, que también era carente de importancia, la adquirió cuando los tlingit expulsaron a los rusos de ella. Era una factoría de pieles que se encontraba en el fuerte San Miguel, en la ciudad de Sitka. El buque de guerra Neva, al mando de Yuri Lisyansky, llegó a la costa de Kodiak en 1804. Este buque fue reivindicado por Baranov para conquistar la colonia. El 17 de julio, Baranov y Lisyansky se embarcaron junto a un pequeño ejército de aleutianos, iban a Sitka, adonde llegarían al anochecer. Una vez allí, los nativos se refugiaron en el fuerte y hubo un intento de acuerdo diplomático, pero los tlingit lo rechazaron y eso desencadenó el fuego de la artillería rusa. Acababa de comenzar la batalla de Sitka.  

Baranov y sus hombres desembarcaron, subieron a una colina, izaron la bandera y desplegaron los cañones, montando guardia. El 20 de julio, los buques rusos abrieron fuego contra el fuerte, y los tlingit respondieron con más disparos. Como el fuerte estaba intacto, la tripulación optó por el desembarco y el asalto del fuerte, con Baranov a la cabeza. Lograron entrar en el fuerte, pero la resistencia de los tlingit fue muy buena y los cazadores rusos y aleutianos huyeron. Ante el espectáculo, Lisyansky asumió el mando y al día siguiente los cañones de la colina y de los navíos desataron un fuerte bombardeo que resultó devastador, por lo que los tlingit pidieron tregua e intentaron negociar. Acordaron liberar a los prisioneros y dejar de atacar los asentamientos rusos. Sitka sería la nueva capital de la América Rusa.

Bajo la dirección de Alexander Baranov, que gobernó la región entre 1790 y 1818, se estableció en 1804 un asentamiento permanente en la isla de Baranof, en el archipiélago Alexander, Novo-Arkhangelsk (hoy Sitka), y se organizó un floreciente comercio marítimo. La empresa construyó fuertes en lo que hoy es Alaska, y llegaron hasta las costas de California y Hawái. Fort Ross, en la costa de California en el condado de Sonoma, al norte de San Francisco, fue el puesto de avanzada más meridional de la Compañía Ruso-americana, aunque estaba en territorio español y luego, posteriormente, territorio mexicano. Ahora está parcialmente reconstruido y es un museo al aire libre. Rotchen House es el último edificio antiguo que queda. El fuerte Elizabeth fue construido en Hawái por un agente de la compañía.

La expansión rusa en América llegaría, como límite del imperio, hasta el norte de California. Ésa zona sería establecida por Iván Aleksándrovich Kúskov el 10 de septiembre de 1812 para asegurar el abastecimiento de alimentos frescos. Después del acuerdo de aprovisionamiento al que llegó la Compañía Ruso-Americana con la Compañía de la Bahía de Hudson fue evacuado en 1841.  Las colonias no eran poblaciones, sino que eran puestos industriales donde se trataban las pieles y otros productos. En 1867, los puestos eran 23, destacando Sankt Pável y Sitka.

Los territorios que conformaban la América rusa eran principalmente la Alaska rusa, incluidas las Islas Aleutianas, un estado llamado Columbia británica (actualmente en Canadá) y otras regiones (actualmente dentro de los EEUU) que eran Washington, Oregón, y Fort Ross, al norte de California. No fueron ocupados plenamente, sino que lo que se buscaba era el dominio mediante factorías comerciales, enfocadas principalmente en el comercio de pieles. Otros territorios que formaría parte de Rusia serían la isla de Kaua’i (en el archipiélago de Hawai), que fue ocupada en 1808 por un empresario rusoalemán llamado Schaeffer. Esta isla también sería vendida a los EEUU tras un intento de conservarla que quedó en vano, ya que su permanencia en poder ruso no entraba dentro de los planes del zar Alejandro I. Cabe añadir un pequeño territorio en Somoma (California) a modo de frontera que garantizaba la tranquilidad de las colonias rusas que se encontraban más al norte, ya que eran atacadas por militantes españoles desde México.

A partir de la década de 1820, los beneficios del comercio de pieles comenzaron a declinar. Ya en 1818 el gobierno ruso había tomado el control de la Compañía Ruso-americana, apartando a los comerciantes que tenían el privilegio. El explorador y oficial naval Ferdinand von Wrangel, que había sido administrador de los intereses del gobierno de Rusia en la América rusa una década antes, fue el primer presidente de la empresa durante ese período de control por el gobierno. En 1821 Gran Bretaña alquiló a Rusia por diez años una región situada al sur de Cabo Spencer. El precio sería de 2.000 pieles de nutria. 

En 1851, la Compañía Ruso-Americana había descubierto petróleo y en 1857 se empezó a extraer carbón de las minas alaskeñas, por lo que las colonias industriales eran ya autosuficientes. Además, se descubrió oro, por lo que se podía decir que el comercio prosperaba. Pero la compañía peletera estadounidense de la Bahía de Hudson estaba en pleno auge, y, además, unas cuantas acciones hicieron que la Compañía Rusa perdiese dinero. Ante esta situación, a la que se sumaron varias batallas con Gran Bretaña y la Guerra de Crimea, lo que hacía imposible la ayuda estatal a las colonias, el zar Alejandro II decidió vender el territorio y la industria rusa en América. Con esto, además conseguiría que esas colonias no fuesen capturadas por Gran Bretaña, que era el principal temor.

Rusia se encontraba en una difícil situación financiera, y temía la pérdida de los territorios de Alaska sin ninguna compensación en algún conflicto futuro, que podrían haber capturado con facilidad una región tan difícil de defender. Así, en 1859 Rusia ofreció la venta de Alaska a EEUU, pero la situación en estos no era la mejor.  En 1867,  el zar Alejandro II envía a su embajador, Eduard Andréyevich Stekl, diciendo que Rusia no quiere interferir en la expansión de los EEUU y que por tanto, diplomáticamente, Alaska le sobra.  Ante tanta cordialidad, William Henry Seward, accedió al ofrecimiento y comienza las negociaciones con a comienzos de marzo.  Las negociaciones avanzaron a buen ritmo y el borrador presentado por Stekl el 29 de marzo de 1867, fue aprobado (tras una negociación nocturna ininterrumpida) a las 9:00 a.m del 30 de marzo y enviado para su ratificación en el Senado, con un precio final de 7.200.000 dólares. La opinión pública estadounidense fue positiva a la compra en general, aunque algunos columnistas y editores se mostraron contrarios a la compra de tierras, llamándola despectivamente "la locura de Seward", "la nevera de Seward" o "el parque de osos polares de Andrew Johnson", ya que daba la impresión de que era imprudente gastar tanto dinero en una región tan remota

El tratado fue impulsado por el Secretario de Estado estadounidense William H. Seward, el cual ya había estado a favor de la expansión, y por el presidente del Cómite para Relaciones Exteriores del Senado, Charles Sumner. Argumentaban a favor del tratado los posibles intereses estratégicos de los Estados Unidos. Rusia había sido un importante aliado de la Unión durante la Guerra Civil Estadounidense, mientras que Gran Bretaña había sido un abierto enemigo. Parecía, pues, inteligente ayudar a los rusos a la vez que se incomodaba a los británicos. Además, estaba el asunto del territorio adyacente perteneciente a Gran Bretaña (actualmente Canadá). Prácticamente rodeado por los Estados Unidos, un territorio de tan escaso valor estratégico para los ingleses podría ser una compra potencial en el futuro. La compra, según el editorial del New York Herald, era una indirecta del zar a Inglaterra y Francia de que estos "no tenían nada que ver en este continente". "En definitiva, se trataba de un movimiento de flanqueo" sobre Canadá según el influytente New York Tribune. Pronto se vería en el noroeste a un "cockney hostil con un yanqui vigilante a cada lado", haciendo que John Bull entendiese que la única salida era una venta de sus intereses a Brother Jonathan.

El Senado de los Estados Unidos ratificó el tratado el 9 de abril de 1867, con un total de 37 votos a favor y dos en contra. Sin embargo, la asignación del dinero necesario para la compra se demoró más de un año debido a la oposición de la Cámara de Representantes. Esta aprobó finalmente la asignación en julio de 1868, con una votación de 113 votos a favor y 48 en contra. Pero no todo era tan fácil, el Congreso debía valorar que EEUU acababa de salir de la Guerra Civil, por lo que una compra entonces no era una buena acción, además, Alaska estaba lejos, y tampoco tenía atractivo en cuanto a rentabilidad. Por otra parte, se encontraba por encima de los límites establecidos con Gran Bretaña, por lo que temía posibles represalias. Aún así, se aprobó. El 14 de Abril de 1868 se reunieron los ministros y delegados de ambos países, y firmaron el tratado de compra-venta.

Un nombre aleuta, "Alaska", que significa “Tierra Grande”, fue el escogido por los estadounidenses. La ceremonia de entrega se llevó a cabo en Sitka, el 18 de octubre de 1867. Soldados estadounidenses y rusos desfilaron ante la casa del gobernador. La bandera rusa fue arriada y la estadounidense izada entre salvas de artillería. El capitán Alexis Pestchouroff dijo: «General Rousseaus, por la autoridad de Su Majestad, el Emperador de Rusia, transfiero a los Estados Unidos el territorio de Alaska». El general Lovell Rousseau aceptó el territorio en nombre de los Estados Unidos. Las tropas ocuparon las barracas. El general Jefferson C. Davis se estableció en la casa del gobernador. La mayoría de los rusos volvieron a su país, quedándose sólo algunos comerciantes y sacerdotes.

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