miércoles, 25 de enero de 2012

Breve historia desconocida: Imperio Ghana

Los orígenes del reino Ghana, como los de casi todos los demás pueblos, son confusos; investigadores como Bath y Delafosse sostienen que fue fundado por una dinastía blanca, de origen bereber. Surgió a partir de los relativamente pequeños asentamientos agro-pastorales del siglo IV en la región conocida como Awkar en la zona esteparia entre los ríos Níger y Senegal. Esta primera dinastía fue sucedida por la negra de los Sarakolé, hasta que en siglo VIII apareció el primer Imperio de Ghana. Entre los años 750 a 800 un pueblo de lengua Mandé, conocido como los Soninké, unido bajo Majan Dyabe Cisse o Dinga Cisse, el primer rey guerrero, dominó Awkar (aun hoy el apellido Cisse es prominente en Mauritania y Malí). Los soninké fueron entonces los fundadores del imperio de Ghana que a partir del siglo VIII controló el comercio transahariano. Los Ghanas conquistaron numerosas ciudades y anexaron territorios vecinos. Su apogeo llegó en los siglos IX y X.

Ghana es el nombre dado por los árabes al Imperio soninké de Wagadu, y que probablemente podría derivar de la deformación de la palabra árabe ghani, cuya significación sería riqueza. Ya desde el siglo VIII adquirió fama de tierra rica en oro y se convirtió en el principal depósito del oro sudanés que se extraía de los yacimientos aluviales, explotados por la población local en el marco de las estructuras familiares, durante la estación seca, tras los trabajos agrícolas. En la actualidad, los soninké son sobre todo practicantes de religión musulmana, aunque conservan ciertas creencias heredadas de la época previa a la islamización. De hecho, al parecer, se mantiene un culto a la lluvia y a las fuerzas del agua, cuyo origen se remonta al culto de Biida, la serpiente protectora del imperio de Wagadu. Creen también en los “suxuna”, unos seres capaces de infligir enfermedades mortales a hombres y mujeres.

El Estado que permaneció bajo su primera dinastía hasta el siglo VII, en que surgió una dinastía de negros Soninké, cuyo primer monarca fue Kaya-Magam. Los sucesores de este fueron los Sissé-Tunkara, que extendieron en gran manera el Imperio. El apogeo del imperio ghanés fue en el siglo X, cuando se venció a la confederación de bereberes Sanhaja y se tomó su capital, Awdagost, en 990. Después de esta victoria los límites de Ghana se extienden desde Tagant, al Oeste, hasta Tombuctú, al Este, y casi hasta Bamako, al Sur.

La capital del poderoso y rico imperio ghanés fue Kumbi Saleh (antigua Ghana) situada en la encrucijada del África negra y el mundo árabe. La mayoría de las casas eran de madera y barro pero la clase alta vivía en casas de piedra y madera. Kumbi Saleh se componía de dos aglomeraciones distantes entre sí unos 11 kilómetros: una, la musulmana o ciudad comercial, habitada por los mercaderes arabo-beréberes con una población de unos 20.000 habitantes, que construyeron una docena de mezquitas. Los Ghanas toleraron la difusión del Islam aunque nunca se convirtieron, como sí ocurrió con los gobernantes de Takrur en lo que hoy es Senegal. La otra era la ciudad de los soninké o ciudad del rey, se llamaba El-Ghaba y estaba protegida por una muralla de piedra dentro de la cual estaba el centro político y religioso. Allí se encontraban el palacio imperial y bosques de los árboles sagrados usados en los rituales religiosos de los soninké. Se construyó luego una mezquita para los funcionarios musulmanes. Este alejamiento es interpretado como una muestra de desconfianza entre las dos culturas que convivían en el Imperio. La ciudad árabe, con sus doce mezquitas, era un claro exponente del poderío islámico, que presionaba sobre la cultura ancestral negra representada por una tecnología rudimentaria y unas construcciones tipo choza de techo redondo, destacando únicamente las más consistentes en donde vivía la corte del rey o tunka, nombre que se dio a los últimos y más poderosos soberanos.

Los más famosos reyes fueron el tunka Menin y el tunka Beci, del siglo XI. Según al-Bakri, ambos soberanos eran tío y sobrino y la sucesión era matrilineal. El tunka ejercía los poderes políticos y religiosos que emanaban de su propia pertenencia legítima a la familia real. Un Consejo del tunka formado por numerosos dignatarios le asistía en los actos y decisiones oficiales en medio de un vestuario y ceremonial rico en colorido y en adornos de oro, que para muchos recordaba a la corte del Egipto faraónico. El tunka delegaba sus poderes en administradores locales representantes de los principales clanes territoriales que controlaban la situación política en las llamadas provincias imperiales. Mientras que en las provincias conquistadas la administración la ejercían gobernadores que daban cuenta directamente al rey. La justicia era impartida por el tunka personalmente en los casos de litigios menores, pero en los grandes asuntos de Estado era asistido por jueces, que incluso podían ser musulmanes cuando afectaba intereses de dicha comunidad. Las sanciones eran muy rígidas, lo cual tranquilizaba a la comunidad islámica que se sentía arropada institucionalmente en sus tratos comerciales.

La economía del imperio de Ghana tenía dos aspectos muy diferenciados: por un lado, la agricultura y la ganadería de las que vivían la mayor parte de la población, y por otro, el comercio transahariano y las actividades artesanales. Desde el siglo VIII hasta el siglo XII el imperio de Ghana fue una especie de meta comercial a la que la gente iba a hacer fortuna en busca sobre todo de oro que después servía para acuñar los dinares de las dinastías islámicas del África mediterránea. Por otro lado el comercio de la sal y su monopolio por los reyes de Ghana fue la otra de las bases económicas de este imperio que controlaba su comercio con los países negros del Sur. Después del oro y la sal, Ghana proporcionaba al comercio transahariano esclavos, marfil y goma, y recibía a su vez del Norte, cobre, trigo y productos de lujo como perlas y vestidos.

Hacia el 1059 el crecimiento de la población chocó con la expansión del desierto hacia el sur, con lo que las importaciones de alimentos crecieron. En la época de su máximo esplendor Ghana llegó a contar, según las fuentes árabes, con un ejército de 200.000 hombres de los cuales 40.000 eran arqueros. Pero todas estas estructuras no pudieron contener el empuje creciente de los Almorávides, que aprovechó para atacar Ghana en 1062, bajo la dirección del general Abu-Bakr Ibn-Umar, que sitió la capital en 1067. El reino resistió más de diez años bajo el liderazgo de Ghana Bassi y su sucesor Ghana Tunka Menin. Finalmente, en 1076, Abu-Bakr Ibn-Umar capturó la capital y forzó a sus habitantes a convertirse al Islam. Al morir Abu Bakr en 1087 la dominación almorávide no le sobrevivió. Los soninké retomaron el control pero con su poder debilitado.  

En 1140, el radicalmente antimusulmán pueblo Sosso del reino Kaniaga capturó gran parte del antiguo imperio. Diara Kante tomó el control de Koumbi Saleh en 1180 y estableció la dinastía Diarisso. Su hijo Soumaoro Kante lo sucedió en 1203 y forzó al pueblo a pagarle tributos. En 1230, Kangaba lideró una rebelión en favor del emperador mandé de Malí, Sundiata Keita, contra el gobierno Sosso. Ghana Soumaba Cisse, vasallo de Sosso. Después de la derrota de Soumaoro en la Batalla de Kirina en 1235, el nuevo gobierno en Koumbi Saleh se declaró aliado del Imperio de Malí al que pasó a pertenecer a partir de 1240.

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